Se desciende fácilmente, sin material, y algunos metros más
abajo desemboca en una pequeña rotonda cuyo suelo presenta varios orificios
negros. De aquí parte un nuevo pozo (pozo del Techo de-20 m.) que hace el
número 12 del abismo. Los guijarros arrojados al vacío acusan unos 20 m. de profundidad.
Están ya a -570 m. y la base de este pozo no debe estar lejos de la cota -600
m. Su forma es casi circular, pero a los cinco metros se ensancha bruscamente.
Las piedras, tiradas en oblicuo, caen sin tocar las paredes y parece, del modo como
resuenan al tocar fondo, que éste es profundo ¿se trata de una galería? En todo
caso este pozo es diferente al resto, la corriente de aire es muy perceptible,
y parece muy prometedor.
La sima se vuelve cada vez más importante y esta vez las
exploraciones deben comenzar a partir de -570 m.; por tanto no es conveniente
que los mismos equipos que instalan el material, en los pozos ya conocidos,
sean los que prosigan la exploración. La duración del proceso necesario para la
instalación ya había alcanzado en 1967 casi 24 horas, y haciéndose
excesivamente largo aumentaría el riesgo de accidente. Se impone, por tanto,
una distribución del trabajo.
Los primeros equipos descenderán, unos detrás de otros,
cargados de material, a fin de equipar los pozos hasta la cota alcanzada en
1967. Llegarán después los equipos de exploración propiamente dichos, que
descenderán casi sin equipaje con el fin de reservar sus fuerzas al máximo para
el fondo.
Disponían este año de 16 personas susceptibles de ser
enviadas a la sima, de entre las cuales más de 12 podrían ser utilizadas para
la exploración. Esta cifra doblaba casi la del año precedente, pero de todas
formas era insuficiente y sería necesario enviar a ciertos equipos varias veces
a la sima. Debía establecerse pues un sistema de relevos, que permitiera
realizar el trabajo 10 más descansadamente posible, para los diferentes
equipos. El tiempo apremia y la campaña no debe durar más de 20 días.
De otra parte, la subsistencia del campamento de superficie,
que necesita subidas diarias de material y provisiones desde el campamento
base, constituye una pesada carga.
La experiencia de 1967 les había enseñado que, por el mal
tiempo y con los medios de que disponen, era difícil permitir residir durante
más de 4 ó 5 días seguidos a cada miembro de la expedición en el campamento de
superficie. Además les hacía falta atender, simultáneamente, el avituallamiento
del campamento de superficie, los trabajos del torno y la exploración. Deciden
entonces que cada equipo efectúe, sucesivamente, cada una de estas tres tareas, en ronda, lo que les permitirá descansar
periódicamente en el campamento base del valle del Asón.
El torno a motor está a punto. El mecanismo de enrollado del
cable y el sistema de escape de los gases están terminados, lo cual
simplificará el trabajo del equipo de superficie. Por el contrario, las comunicaciones
en el Gran Pozo son frecuentemente defectuosas, y las idas y vueltas del cable
causan algunos incidentes. Para disminuir al máximo el número de maniobras, y
evitar el riesgo de enganche del cable cuando éste desciende vacío, se ha
previsto que, en lo posible, los equipos descenderán uno a uno y se relevarán a
la altura del Gran Pozo.
Del 8 al 19 de agosto, 11 equipos van así a sucederse sin
interrupción. El número de personas por equipo se fija en 3 para instalar el
material en la sima, y en 4 ó 5 para retirarlo. En lo concerniente a la
exploración los equipos serán de 2 personas, seleccionadas de forma que permita
obtener el máximo rendimiento.
Cada espeleólogo tiene autonomía total para la bajada y
subida de los pozos, pues la técnica a utilizar lo permite: descenso con el
"descensor" y cuerda sencilla, y subida a escala con auto-seguridad. Los pozos pueden así ser recorridos sin
pérdida de tlempo.
El desarrollo de la expedición concebido de este modo ha
proporcionado, en conjunto, resultados satisfactorios y la progresión en la
sima fue importante este año que relatamos.
El día 5 comienzan a subir material desde el campamento
base.
El 6, por la tarde, finaliza la instalación del campamento
de altura.
La subida general se realizó el día 8. El material pesado lo
suben 4 mulos por el camino de Rolacía, y el resto los miembros de la expedición
por el de Socueva. Únicamente el equipo
encargado del torno, y el que equipará de material la sima, permanecerán en el
campamento de superficie, los demás bajarán al campamento base.
En la noche del 8 al 9 se termina la instalación del torno y
pueden comenzar los descensos. A las 2 de la madrugada el primer "equipo
instalador" penetra en la sima. Su trabajo consiste en instalar una línea
telefónica en el Gran Pozo de -302 m. y después equipar con escalas y cuerdas
los 5 pozo.os siguientes (pozo del Algodón de -55 m.; P. 7 de -7 m.; p. 8 de -8
m.; pozo del Péndulo de -50 m. y el pozo de la Muleta de -46 m.), tarea que
realizan en 17 horas.
En el exterior llueve casi sin parar desde que comenzó el
mes, y en la sima cae agua en varios pozos mojando las ropas de los
espeleólogos. Tanto en la sima como en el campamento de superficie se a
crecentan las dificultades.
El segundo "equipo instalador", compuesto por 2
personas, desciende en el momento en que el primero sube el Gran Pozo. Su tarea
no es mucha: simplemente instalar la línea telefónica hasta donde ha llegado el
primer equipo y depositar allí una bolsa con provisiones. Terminan su trabajo
mucho más rápidamente de lo previsto y llegan al pie del Gran Pozo demasiado
pronto para que el tercer equipo, que está subiendo del campamento base, pueda
relevarle. Tienen pues que subir el Gran Pozo escalonadamente, y un miembro del
equipo de superficie desciende al escalón de -193 m. para ayudar el paso del
cable.
El día 10, el tercer "equipo instalador",
compuesto por 3 personas, desciende a la sima. Alcanza rápidamente la pequeña
sala caótica a -450 m., donde fue depositada la bolsa con provisiones, y continúa
la instalación de la sima. Se equipa el pozo Juana de Arco de -28 m., mientras
que el pozo del Duelo de -50 m. es dejado de lado por no tener continuación.
Sucesivamente se equipan y descienden los pozos del Hueso Superior, de -30 m.,
y del Hueso Inferior, de -9 m., y el de la Marmita, de -42 m., llegando así al
punto alcanzado en 1967; conviniéndose que este equipo continúe la exploración,
pues tiene material suficiente para descender al pozo inexplorado del pasado
año (pozo del Techo de -20 m.
Se instala el resto de las escalas y desciende un espeleólogo.
A los 5 m. de profundidad queda en el vacío y todo el resto del descenso lo
efectúa en la oscuridad, lejos de las paredes. Se trata efectivamente de una
galería. A 20 m. de profundidad hacepie sobre unos bloques de gran tamaño que
parecen constituir el suelo, y a medida que descienden sus dos compañeros la
galería se ilumina, y pueden comenzar a distinguir su forma. La altura de la galería
es de unos 15 m. y su anchura de 20 m., y está atestada por amontonamientos de
bloques de todos los tamaños.
En el techo, el agujero por donde se desciende se ve demasiado
pequeño en comparación con las dimensiones de la galería, y si se hubiera
alcanzado ésta por otro acceso distinto de la sima del Cueto, es probable que
nunca hubieran sospechado la existencia de tal sima. Únicamente, algunas
filtraciones que caen de la bóveda en ese lugar podrían haberles hecho levantar
la cabeza, pero incluso les hubiera sido difícil distinguir el orificio del
pozo. Dos posibilidades se ofrecen al equipo: explorar la galería hacia el Norte
o hacia el Sur, y ambas son intentadas sucesivamente.
Hacia el Norte, la progresión es relativamente fácil y los
bloques menos numerosos que del otro lado. Una terraza estrecha, adornada por
numerosas estalactitas cónicas y "coliflores", permite avanzar sin
dificultad contra la pared Oeste. Más allá un escombro parece cerrar el paso
(varios bloques están amontonados casi hasta el techo), queda felizmente un
paso y la galería prosigue del otro lado. La exploración se detiene allí, al
menos por el Norte.
Hacia el Sur, por el contrario, no hay más que bloques
amontonados y el suelo de la galería no es visible en ningún momento. Desde la
horizontal el escombro se levanta bruscamente hasta una altura de 150 m. y es
preciso, para continuar avanzando, escalar los numerosos bloques más o menos
inestables. Se sube así unos 60 m. y casi el escombro llega a rozar la bóveda
de la galería; en el punto más alto de éste es suficiente levantar los brazos para
tocar el techo.
Del otro lado de este paso todo está oscuro. No son visibles
ni la bóveda, ni las paredes, ni el mismo suelo: parece que la galería desemboca
en una vasta sala (sala de las Once Horas) y uno de los miembros del equipo
cree reconocer en ésta una de las partes conocidas de la cueva Cañuela (SAN
MIGUEL, 1971).
La exploración no puede continuar porque la reserva de carburo
ha quedado en el último pozo y hay que pensar en la vuelta. Regresan pues a la base
de la sima y, pozo tras pozo, comienza la subida de los 590 m. que les separan
de la superficie. Llegan, a la pequeña
sala caótica, a -450 m., que es donde se encuentra el teléfono y comunican los descubrimientos
al equipo de superficie.
El día 11, entre las 5 y las 7 de la madrugada, el cuarto
equipo toma el relevo del precedente al nivel del Gran Pozo. Está compuesto por
2 personas, que con muy poco material están encargadas de explorar y
topografiar, y así alcanzan rápidamente la galería, a -590 m., donde su trabajo
comienza.
La dirección elegida es la Sur, que con un poco de suerte
les conducirá a la cueva Coventosa (HUMBEL, 1966). La gran sala (sala de las
Once Horas) donde terminó el equipo precedente, es explorada y posteriormente
topografiada. se extiende de Este a Oeste en unos 240 m., con una anchura máxima
de 70 m. y una altura que apenas alcanza los 20 m.
La parte oriental de esta gran sala se asemeja mucho a la
galería de acceso a ella misma: la bóveda se eleva en gradas sucesivas,
mientras que grandes bloques apilados elevan simultáneamente el nivel del
suelo. Al cabo de 100 m. de progresión la sala parece terminarse por este lado,
sin que otra galería haya sido vista.
Sin embargo, hacia la parte Oeste de la sala la exploración
es mucho más fácil. No hay casi bloques y el terreno es poco accidentado. Una
vasta pedrera, en forma de media luna, ocupa el lado Sur de la sala, adosada
contra la pared y a la que tapa casi en toda su altura. Las piedras que la
forman son de pequeño tamaño en la parte más alta y aumentan a medida que se
acercan a la base de la pendiente. En el extremo Oeste de la sala la bóveda se
hunde bruscamente y el escombro, que en cualquier otra parte apoya contra la
pared, se encuentra aquí arrastrado hacia abajo. Es el comienzo de lo que han
dado en llamar "Gran Pedrera"; una especie de escombros poco estables
que deben descenderse con precaución. Unos 60 m. más abajo se llega a una nueva
sala, más alta y más estrecha que la precedente. El suelo es caótico, obligando
a una progresión lenta y a la vez penosa.
En el extremo Este de esta nueva sala parece no existir
continuación, fuera de un pequeño pozo de unos 10 m. de profundidad que se abre
en la pared Norte. Hacia su parte Oeste, por el contrario, parece prolongarse
bastante lejos, y en vista de lo cual se decide detener allí la exploración,
pues tienen como norma topografiar sistemáticamente todo lo que descubren y el
levantamiento del plano de la sala de las Once Horas les llevará mucho tiempo. De
vuelta al pie de la sima, después de un corto descanso, deciden internarse
hacia el Norte, alcanzando el límite del equipo precedente y continuando la
exploración. La galería, en conjunto, se vuelve horizontal. con numerosos
bloques y aumento de su anchura. A unos 300 m. de la base de la sima descubren,
contra la pared Oeste, un pozo de aproximadamente 15 m., donde cae una cascada,
con una entrada muy pequeña que no permite el paso. Más allá los bloques
escasean, la galería está muy concrecionada y es mucho más acojedora de
aspecto. Avanzan sobre una terraza cubierta de estalagmitas, de columnas, de
excéntricas, etc. Sobre algunas estalactitas y estalagmitas se desarrollan
eflorescencias de "nieve de las cavernas". Se trata de concreciones blancas.
como copos, muy frágiles, constituidas por la acumulación de finas aguas de una
variedad de la calcita (lublinita) (Es un mineral muy raro y no se le considera
como independiente, sino como una variación del carbonato cálcico. Se encuentra
en determinadas cuevas. La lublinita es un agregado de cristales de CO 3 CA muy
pequeños que forman un polvo muy fino. Los cristales del carbonato cálcico crecen
en una orientación determinada De mineral) (DANA, PALACHE, BERMAN y FRONDEL,
1951; DEER, HOWIE, y ZUSSMANN, 1963) Existen también en otros puntos de la sima
y especialmente en la base del pozo del Algodón, y en otras cavidades del
macizo (cuevas Coventosa y Cañuela) con formas muy variadas. Pero aquí, en esta
sima, presentan la particularidad de desarrollarse, preferentemente, sobre la
cara Norte de las concreciones, recordando un poco al musgo sobre un lado de los
árboles en los países donde sopla el viento Norte.
Unos 60 m. más lejos se llega a un cruce de galerías
(Encrucijada de la Nieve) de forma casi perfecta: la galería de acceso está
cortada, casi en ángulo recto, por una galería de diámetro más pequeño. Hacia
el Este se termina rápidamente la galería por un pozo de -20 m. aproximadamente
mientras que, hacia el Oeste, a los 40 m., se obstruye la galería casi hasta el
techo por un muro de arcilla, difícil de escalar. En medio de la encrucijada
hay grandes bloques, alguno de 10 cuales está cubierto por una capa de
"nieve de las cavernas" y "bolas de algodón", con un
espesor que llega a veces a los 10 cm.
Hacia el Norte, la galería sigue en la misma dirección. Su
sección, muy simétrica, es como la de un ", as de pica" cuyo. Pie
hubiera sido ensanchado desmesuradamente. Ambas paredes están bordeadas por una
estrecha terraza y el fondo de la galería ocupado por grandes bloques. Al cabo
de 60 m. las terrazas se acaban y el suelo vuelve a ser uniforme.
Los bloques van apareciendo cada vez de mayor tamaño, y al
cabo de algún tiempo es tal su amontonamiento que impide el paso. El escombro
se puede rodear por su izquierda, pasando entre los bloques y la pared, pero al
cabo de un centenar de metros se une totalmente a la bóveda impidiendo el
avance.
Vuelven al pie de la sima, pero esta vez para remontar los 590
m. de pozos. Al pasar por la "sala Caótica", hacia -450 m., donde
está el teléfono, comunican a la superficie las novedades de la exploración.
Un quinto equipo, también de 2 miembros, toma el relevo en
la exploración. El día 12, a las 5 de la mañana, se cruzan los dos equipos. El
cuarto, después de 28 horas de exploración, alcanza la superficie, mientras que
el quinto comienza el descenso de los pozos.
Su tarea consiste en avanzar la exploración hacia el Sur, al
pie de la "Gran Pedrera". De camino toman algunas fotos en la
galería. Descienden la "Gran Pedrera", llegando a la sala inferior y
continuando hacia el Oeste. Así avanzan, entre bloques, unos 300 m. y
comprueban que las dimensiones del conducto son parecidas, por tanto, lo que el
equipo precedente había tomado por una sala no constituye más que el comienzo
de una gran galería fósil (galería del Chicarrón), que parece continuar
bastante lejos, hacia el Oeste .
El pozo de -10 m., que anteriormente citamos y que se abre
en una pequeña prolongación al lado derecho de la Gran Pedrera, es descendido.
En su base existe un segundo pozo que parece tener unos 20
m., pero no tienen material para explorarlo y lo dejan para otra ocasión.
A la vuelta, tenían la intención de descender a un pozo,
sondado en -56 m., que se abre cerca de la base de la sima, pero, una vez en la
sala de las Once Horas no encuentran el paso para salir de ella, perdiendo
varias horas en registrar metódicamente las paredes. Cuando llegan por fin al
pozo, resulta que se encuentran al límite de sus reservas de iluminación, viéndose
obligados a posponerlo y a subir hacia la superficie sin pérdida de tiempo; la
cual es alcanzada el día 13 a las 15 horas, después de haber pasado 34 horas en
el interior.
Un sexto equipo toma el relevo. La intención de los 2
miembros que le componen es de explorar el amontonamiento de bloques que había
detenido al cuarto equipo en su avance hacia el Norte, para ver si es posible
ganar terreno en dirección a la Cueva Cañuela (SAN MIGUEL, 1971).
Durante varias horas exploran, uno tras otro, todos los
intersticios que hay entre los bloques, sin encontrar ningún paso. Este
trabajo, particularmente penoso, no les permite iniciar nuevas exploraciones y
el equipo retorna -a la superficie, llegando a ella el día 14 a las 6,30 horas.
El día 15, por la mañana, se reemprende la exploración. La topografía de las galerías,
efectuada por el cuarto equipo, ha sido puesta en limpio; 10 que permite ver
más claro y hacerse una más exacta composición de lugar.
Deciden que el séptimo equipo reanude la explanación de la
galería del Chicarrón, e intente llegar lo más lejos posible. Este equipo,
compuesto de 3 personas en lugar de 2, está bien elegido y es eficaz. Llegan
rápidamente a la base de la sima, penetran en la galería Sur, atraviesan la
sala de las Once Horas, descienden la Gran Pedrera y alcanzan el límite
explorado por el quinto equipo. Más allá, la galería continúa con parecidas
dimensiones: en algunos puntos su anchura pasa de 40 m., por una altura de 20 a
30 m., lo que la hace una de las más Vastas de las conocidas en el macizo.
Bloques de diverso tamaño cubren el suelo completamente, y para avanzar es
preciso escalar o rodearlos.
Al cabo de 200 m. encuentran una zona con agua. En efecto,
una pequeña cascada que surge de la bóveda salpica los escombros. Es la primera
en 500 m. de galerías y deciden llamarla "El Oasis". Después les es
preciso buscar un paso en un amontonamiento de grandes bloques, que permita
continuar la exploración. Más lejos se explora una pequeña galería inferior,
que se desarrolla paralelamente a La galería principal, (galería de los Cristales)
cuyas paredes están cubiertas por manojos de gruesos cristales de yeso. Sobre algunos
bloques, por encima de los cuales debió de pasar el agua en otro tiempo, se desarrollan
figuras muy particulares: hileras de grandes cristales verticales de yeso
rodeando una zona, donde aparece la superficie desnuda de la roca.
Más adelante, unos 560 m. después del Oasis, la galería
fósil, cuyo tamaño ha disminuido progresivamente, deja paso a una galería
estrecha y elevada, muy durante (galería de las Terrazas), y para llegar a ella
es preciso descender a escala un corte de 5 m. Carece casi de bloques y en
cambio su suelo está cubierto por una capa de residuos de concreciones pulverizadas.
En este tipo de terreno se puede avanzar rápidamente, pero,
a pesar de todo, al cabo de 120 m. tienen que detenerse. El suelo, que ya
presentaba algunos hundimientos, se interrumpe completamente y un vasto pozo
(pozo del Kas), corta la galería y ocupa toda su anchura (de 3 a 4 m. de media)
y su profundidad parece ser de un centenar de metros.
No pueden descenderlo porque no tienen ni cuerdas ni
escalas, y deben contentarse con avanzar un poco sobre una terraza que se extiende
sobre él, con el fin de observar mejor los contornos. Antes de iniciar el
regreso arrojan al pozo un saco de plástico lleno de piedras, pues en el caso
de que desembocase en una de las zonas conocidas de la cueva Caventosa, este
saco podrá servir de señal. Lo más pronto posible, un equipo del campamento
base deberá ir a la cavidad para asegurarse de ello.
Para ganar tiempo, habían convenido que el octavo equipo
alcanzase al precedente antes de que llegase a la superficie. El día 16, hacia
la 1 de la madrugada, se internan en la sima. El trabajo de las 2 personas que
le componen consiste en seguir las huellas del equipo anterior, con el fin de
topografiar lo descubierto. El encuentro de ambos equipos se efectúa a nivel
del pozo de la Marmita.
Una vez en la galería deciden intentar el descenso del último
pozo descubierto (pozo del Kas). Ellos son, en efecto, los únicos que pueden
hacerlo, puesto que, a su vuelta, tienen el encargo de comenzar el desequipaje
de la sima. Para esta empresa le es imprescindible, desde luego, reagrupar las
escalas y cuerdas dejadas en diferentes lugares de la galería y transportarlas
cerca de 2 kilómetros, por lugares que sólo conocen en parte. Poco después de
la Gran Pedrera abandonan el proyecto, posan los sacos de material y alcanzan
sin carga el borde del pozo del Kas. Le sondean con "topofil", y la sonda
desciende sin dificultad hasta -75 m. Por su posición, este pozo no tiene
muchas posibilidades de desembocar directamente en la cueva Caventosa, y
deciden entonces topografiar la galería que les llevó hasta él, como estaba
inicialmente previsto.
Vuelven donde dejaran los sacos con el material y comienzan
a levantar el plano. Tardan 4 ó 5 horas en llegar, topografiando al Oasis Y.
como no se encuentran más que a la mitad del camino, detienen allí su tarea y
deciden regresar. Una vez al pie de la sima comienzan a subirla, desequipando los
pozos sucesivamente. Esta tarea, en la que intervienen varios turnos de
equipos, finaliza el día 19 por la mañana con el desmonte del torno y del
campamento de superficie. Por la tarde, todos los miembros de la expedición se
encuentran en el campamento base, y con ello finalizan las exploraciones por
este año.
Las Exploraciones de Julio-Agosto de 1969
En este año decidieron consagrar la casi totalidad del campamento
de verano a la exploración de la sima del Cueto, y alargar la duración de la exploración
en 10 días (del 20 de julio al 20 de agosto.
Instalación de nuevas técnicas.
Para las maniobras del torno disponen de un emisor receptor de
radio, utilizando el cable de descenso. Con este aparato pueden permanecer en comunicación
permanente con el equipo del torno durante el curso del descenso. Los riesgos
han podido ser así considerablemente reducidos en el Gran Pozo.
El descenso del cable en vacío lo hacían gracias a un hilo
de acero atado al extremo inferior del cable, el cual era preciso enrollar en
una bobina especial fijada en la pared del fondo del pozo. El hilo utilizado
era hilo telefónico, lo cual permitiría, en caso de avería en el sistema de
transmisión por radio, pasar a comunicarse telefónicamente.
Al fondo del Gran Pozo instalan un sistema de protección
contra la caída de piedras. Se trata de una malla, fabricada con cuerdas de
nylón de 9 mm. de mena, recubierta de teJas de lona gruesa y fijada a la pared
por 6 "spit-rocks" (pitones de expansión), de forma que protegiera la
entrada de la gatera del pozo del Algodón (en 1968, uno de los miembros de la
expedición había sido herido ligeramente en la cara por una piedra, cuando
atravesaba la citada gatera).
En el resto de la sima el material que emplean es similar al
de 1968, pero en lo concerniente a las cuerdas hicieron algunas modificaciones.
Las paredes de la mayor parte de los pozos están recubiertas por una fina
película arcillosa, llena de granos de cuarzo. Este revestimiento,
particularmente abrasivo, se adhiere a la funda de las cuerdas de nylón, y
después de 5 ó 6 descensos provoca el desgaste rápido de los "descensores"
y de los "frenos de autoseguridad" de duraluminio (en 1968, un solo descenso
a -600 m. deterioró completamente los 2 tambores de un "descensor").
En el desequipaje de la sima, a fuerza de rozar las cuerdas con las escalas, acaban
por desgastar los peldaños, a veces muy profundamente.
Las cuerdas que utilizaron en este año estaban recubiertas
de una especie de barniz, y parece limitó en parte la fijación de los granos de
arena. Además la propia funda era mucho más resistente, y mientras que en 1968
fue necesario reponer algunas cuerdas en el curso de la expedición (la funda
había sido destrozada por los rozamientos), las de 1969 resistieron
perfectamente.
Las Exploraciones de 1971
No tenemos noticia de si se han realizado exploraciones en
la sima a lo largo del año 1970, sin embargo contamos con un pequeño informe de
las realizadas en 1971 por el SCD.
Siguiendo los pasos de la expedición de 1969. comienzan por
llegar al límite explorado de las galerías en su parte Oeste (sala de la Brecha
sala en declive) y descienden un pozo de 15 m. de profundidad situado al final
de la galería de las Terrazas.
A continuación ponen todo su esfuerzo en la exploración del pequeño
cañón, en lo alto del cual se había tenido que detener la expedición de 1969, situado
al Sur de la sala en Declive.
Descienden sobre la pared del cañón hasta su fondo, situado
a 15 m. de profundidad, explorándolo en ambas direcciones.
Dos pozos, situados al Este y al Oeste de lo que han podido
recorrer en el cañón, de alrededor de 70 y 50 m. de profundidad interrumpen el
cañón en ambas direcciones y la exploración tiene que terminar por falta de
material.
Uno de los poros, concretamente el del lado Oeste, da sobre
una red activa.
Es muy posible que el cañón continúe mas allá de la boca del
pozo de 70 m., pero el atravesar este pozo, muy ancho, se presenta muy difícil.
La exploración del cañón Este ha sido continuada.
Este desemboca en una zona muy laberíntica. La exploración
de todas las ramificaciones elimina toda esperanza de continuación, aunque, la
orientación de esta galería, el cambio de aspecto del cañón que, partiendo de
una grieta vertical de 40 a 50 m., horizontales en una red concrecionada, y
el descubrimiento de dos cadáveres de mariposa y de una araña viva, les hace
pensar que es posible la comunicación con las cuevas del lado Oeste del valle del
Asón.
Se continúa topografiando todos los descubrimientos y una
vez terminada ésta tarea realizan una nueva tentativa de exploración del pozo que se encuentra próximo a la base de la sima, sondado en 56 m., que se muestra
de nuevo infranqueable (pozo en forma de reloj de arena con derrumbes).
Referencia
Cuadernos de Espeleología 7
Publicaciones del Patronato de las Cuevas Prehistóricas de la Provincia de Santander
1973