jueves, 12 de enero de 2012

El Soplao, una cueva única


Speleo Club Cantabro
Autores: Juan Colina Bruzual
César de la Puente
Arturo Moratinos Setién
Ángel Alfonso
Año: 1987 Santander
Paginas: 73
Idioma: Castellano

Prologo

A menudo el nombre de las cuevas se relaciona inmediatamente con el descubridor o con el grupo que se ha entregado a su exploración y estúdio. Ia cueva "El Soplao" y el Speleo Club Cántabro son términos inseparables con una historia en común de varios años, porque el conoci¡niento de una se subordinó a la existencia del otro, y esta fue condicionada y orientada por la dura y generosa empresa de1 estudio de la cavidad.

Es dificil imaginar el significado que tiene para sus exploradores esta cavidad, la ilusión y dedicación que pusieron en su estúdio, sin haberles conocido o. sin haber cornpartido con los algunos momentos, sea en los recobecos y galerías del Soplao, sea en la mesa de trabajo ya de regreso, componiendo el detallado plano con los datos recopilados en cada exploración.

El ambiente de amistad y compañerismo creado contagió a cuantos se les unieron posteriormente. Gentes que al margen de la propia exploración les ayudaron y a quienes desean expresar su agradecimiento como Jose Ramón Lastra, del departamento geológico de la facultad de Ciencias de Santander, Centro Metereológico del Cantábrico y a los vecinos de Celis y Cabiña.

Excéntricas, "El Bozque" , "Galería del Puente o del Barro", "Galerías Vírgenes"."Torca Hancha o Juñoso",.... son nombres que nos por haberles recorrido de la mano de sus descubridores por haberlos oido tantas veces de sus labios en amenas tertulias rememorativas o en laboriosas reuniones.

El resultado de tantos días y años de entrega en la tarea es el detallado trabajo. Aunque se quisiera extender en infinidad de datos y ponnenores, de anécdotas y sensaciones, el aspecto humano sólo podrá comprenderse mínimamente cerrando los ojos y reviviendo las horas pasadas en las oscuras galerías, entre el barro y la humedad, entre las alegrías y los esfuerzos y el misterio que la naturaleza iba desvelando.

Pedro L. del Rio