miércoles, 21 de septiembre de 2011

Una Cueva y una Batalla


Breve encuadre Historico: 1ª Guerra Carlista (1833-1840).la última Batalla se libra en Ramales, donde los carlistas al mando de Maroto En 1839, aprovechan las notables abruptosidades del terreno. En la primavera, la posición fue atacada por fuerzas cristinas, al mando de Espartero, las cuales conquistan tras muchas dificultades la Villa en 22 días. Maroto no utilizó sus fuerzas en reserva, por lo que fue acusado de traidor. La derrota carlista supuso para los mismos, la perdida de la fábrica de cañones de Guriezo y la frustración de su intento de expansión hacia Asturias. Poco después y como consecuencia de la batalla, se sellaría la paz con el "Abrazo de Vergara".

Los cristinos fueron hostigados desde varios puntos fortificados, como edificios en el casco urbano, un fuerte artillado en un monte cercano a la villa llamado Guardamino y una cueva fortificada sobre la carretera, que entra a Ramales desde Lanestosa ya en Vizcaya. Esta cueva es la que nos vamos a referir.

Ubicación
Tomando la dirección a Lanestosa y a cuatro kilómetros de Ramales, se encuentra la gruta a mano derecha, por lo que es necesario cruzar el rio Calera, que trascurre paralelo a la carretera y ocupa con ella el fondo del valle, que esta encajonado entre alturas de consideración. Dice un informe militar de la época; "Esta cueva está situada a la izquierda de un desfiladero paso preciso del ejercito desde Lanestosa a Ramales en una roca inaccesible y como a la mitad de su agresiva altura; a ella se sube con dificultad por una estrecha senda, que haciendo multitud de inflexiones a larga el tiempo del acceso hasta media hora. La entrada o boca tiene de amplitud 30 varas aproximadamente y unas 10 de altura en su punto más elevado formando la parte superior o techo un gran vuelo.


















El Combate
Deberíamos habernos dando cuenta, pero cuando nos introducimos en la cavidad, éramos ajenos que entrabamos en una página de los "episodios nacionales" de Benito Pérez Galdós. Dice este refiriéndose al hecho; faltaba un hueso duro de roer, pues los demonios de la facción habían fortificado una cueva que dominaba el camino entre Lanestosa y Ramales. Una pieza de a cuatro, que disparaban con metralla, era el monstruo de aquella caverna, apostado en su boca. Allí no escapaban ni hombre ni ratas. Alentado D. Baldomero por la toma de las alturas del Moro y el Mazo, decidió apoderarse de la cueva, y embocando hacia ella ocho piezas de artillería, que fueron como otros tantos perros que atacaron al monstruo y soltándole además lo más granado de la tercera división. Hizo polvo el guardián formidable.

Siguiendo ya otros textos nos informan sobre las dificultades, que tuvieron los cristinos para acercarse a Ramales por la carretera que tratamos, pues estaba cortada por zanjas en varios sitios, que eran difíciles de traspasar, sobre todo para la artillería, pues los carlista habían quemado los bosques colindantes, para evitar la construcción de puentes sobre sus cortaduras. 

Pero una vez solucionado el problema, el paso no resulto expedito quedaba un buen tramo bajo el fuego de la fusilería y de un cañón de hierro de cuatro pulgadas, instalados en la cueva que conocemos. Por esta causa hubo muchas víctimas entre los cristinos. La cueva había sido acondicionada con un suelo y un muro de grueso piedra suelta, que protegía la entrada, en el se habían abierto tres cañoneras y varias aspilleras. Tras esta fábrica los carlistas habían emplazado el cañón, uno de los más pequeños, que tenían en Ramales, pues la pendiente del monte no permitía transporte mucho más pesados sin grandes alardes de ingeniería.

En opinión de los cristinos, se podría empleado mejor la cavidad, acondicionando un lugar situado más hacia el interior para en caso de apuro, pero creemos que este trabajo hubiera sido bien inútil, pues una vez perdido la boca, otra posición hubiese sido desesperada y efímera.

La cueva estaba defendida por un Teniente, un Sargento segundo y 25 Soldados voluntarios, con municiones para algunos días, víveres y agua. (En la cueva existen dos pozas en épocas pluviosas como fue la relatada).
Espartero que entraba a Ramales por la carretera de Lanestosa, ordeno el ataque a la caverna el 27 de abril el cumpleaños de María Cristina; ataco con fuego de fusilería la tercera división mandada por el general Francisco de Paula Alcalá y se emplazo la artillería, dirigida por el comandante general Joaquín de Ponte. Aquel día se distinguieron en el combate los capitanes de Osma de artillería y de Echagüe de guías. Primeramente abrieron fuego cuatro obuses de doce pulgadas a distancia de tiro de fusil y una batería de cohetes. Se logro introducir algunas granadas, pero los cohetes resultaron inútiles. Más tarde se ampliaron los obuses hasta 8. Que dispararon durante 7 horas 500 balas, lo que suponía una cadencia aproximada de un disparo cada 50 segundos; todo un infierno en que los 27 carlistas tendrían dificultades para cargar el cañón con un mínimo de seguridad. Casi todos los defensores de la cueva quedaron fuera de combate. No tenemos datos sobre su mortandad, pero indirectamente por la relación de prisioneros podemos calcular que fallecieron el Teniente y siete soldados. Al final del combate se sustituyeron los 8 obuses por 3 piezas de otras características y del mismo calibre, que destruyeron el parapeto carlista, al mismo tiempo se apoyo la acción de la artillería con descargas de fusilería; los carlista que aun estaban de pie se rindieron.

De las dificultades, que supuso este combate de la cueva en la batalla de Ramales da fe en la referencia, que hace Espartero en su arenga a las tropas después de la victoria: "Estas rocas formidables, donde los rebeldes encastillados se sentían seguros, han sido dominadas por nuestro valor y ellos lanzados con ignominia. Esos desfiladeros donde esperaban fueseis sepultados, sin más que desprender moles de piedra, han quedado expeditos. Esa cueva, inexpugnable para soldados de otro temple, fue ocupada, quedando prisionera su guarnición y en nuestro poder la pieza de artillería que enfilaba la carretera.

Tradición popular
No había transcurrido medio siglo, 48 años después, ve la luz un librillo titulado "Reseña histórica del Valle de Soba" de Pablo Martínez, que hace e l siguiente, un tanto farragoso, relato del combate: "En la peña del lado izquierdo hay una cueva en donde los carlistas situaron una fuerza para impedir el paso del camino real que tenían cortado y tuvo que reponerse, y como para llegar a la cueva no era muy fácil por la escabrosidad de malezas y peñascos, que con sólo rodarlos, era lo bastante para no permitir la subida, y por el alto es un despeñadero, así es que la artillería que no podía menos que atravesar por el camino real, no siendo fácil verificarlo por los costados en virtud de las peñas que lo circundan, era indispensable tomar la tal cueva para no sacrificar la gente. En tales circunstancias, y tomadas algunas disposiciones, situaron varias piezas de artillería enfrente con el propósito de ver si conseguían hacerles daño y obligar la rendición; pero todo fue inútil, y sólo sirvió para tener muchas bajas, porque, como al entrar en la cueva había varias curvas, los que estaban dentro, ningún daño sufrían, y sí cual ametralladoras, y á tan corta distancia, ningún proyectil suyo desperdiciaban y tuvo la columna que estar detenida algunos días en pruebas inútiles, y lo que era más triste, pérdidas y desgracias irreparables y dignas de mejor suerte. En tales circunstancias se presentó el pasiego Cobanes, bien conocido en Soba por estar casi siempre aquí y en San Roque, persiguiendo con sus 80 hombres, sobre poco más o menos, que tenía, y que por más que le ofrecieron, nunca quiso mandar más, teniendo con ellos lo bastante para tener a raya a los carlistas que merodeaban por estos contornos, y se refugiaban en Ramales y Guardamino, no pudiendo nunca, por más esfuerzos que hicieron, con Cobanes y sus guerrilleros; y como quiera que Espartero lo tenía de guía, como práctico y conocedor del terreno, y manifestó al general que él sólo con su gente tomaba la tal cueva y sin perder más personas; aceptada la oferta tan favorable, ¿Qué hizo este famoso y espabilado guerrillero?. Preparó su gente y mandó que por encima de la peña arrojasen paja que se detenía en una especie de explanada que había a la entrada de la cueva, y luego le prendieron fuego a la paja, y el humo les impedía a los que estaban dentro el ver lo que acontecía, y entonces subieron de frente los pasiegos de Cobanes y la tomaron, cogiendo prisioneros a todos menos dos que se internaron tanto que estuvieron allí bastante tiempo, hasta que se les concluyeron los comestibles y salieron sin ninguna dificultad ni menos persecución. De esta manera estratégica fue tomada aquella fortaleza, que así podía llamarse por las desgracias que causó y el daño que hacía. Pasó después sin novedad la artillería, caballería y demás tropa..."
No cabe duda que los años quitaron y añadieron hasta deformar el acontecimiento. No obstante, ¿se refleja verazmente algún tipo de ayuda popular a las tropas cristinas?.

Arqueología
Efectuándose la primera topografía en 1968 se encontró un trozo de bala de cañón, así mismo en manos particulares, está depositada otra pieza cuya fotografía se expuso recientemente en el Torreón de Cartes, durante una exposición espeleológica. Por nuestra parte logramos reunir 49 trozos de metralla: 11 trozos son minúsculos de los cuales 8 se encontraron en el interior y 3 en la boca. En el interior también aparecieron 10 trozos de balas de cañón macizas, así mismo hallamos 25 trozos de balas de cañón huecas, de las cuales 5 se encontraban en la entrada, por otro lado encontramos 3 balas de fusil deformadas por el impacto, 2 estaban en el interior y una fuera.

Resumen del Tipo de Balas del Interior de la boca de la Cueva
Por lo que se refiere al calibre, todos los restos de balas de cañón corresponden al de 4 pulgadas y media inglesas. Considerando el calibre y que la mayoría de las balas se encuentran en un lugar de la cueva difícil de alcanzar por la artillería cristina, pensamos que éstas pertenecían a los carlistas y fueron voladas por los vencedores. Aún un trozo de bala se encuentra incrustado en la roca de la pared. (El informe militar da un calibre de 3 pulgadas, en contra de los otros textos quienes hablan de 4 pulgadas para el cañón de la cueva).

Algo a destacar es el uso de balas huecas, sistema muy moderno para aquellas fechas y que tan sólo distaba de los primeros malogrados experimentos unos 30 años

Fuentes
1.-A.E.R. (Asociación Espeleológica Ramaliega) "La zona Kárstlca de Ramales de la Victoria. Cuadernos de Espeleología Nº 5-6. S. E. S. S. Santander 1971. Pág. 228.

2.-HERRERA ALONSO, EMILIO. "La batalla de Ramales, Abril-Mayo 1939"

3.-INFORME 1839 ARCHIVOS DEL EJERCITO cedido por el Sr. Haro López de Castro.

4.-MARTINEZ, PABLO. "Reseña histórica del Valle de Soba. 1887.

5.-PEREZ GALDOS, BENITO. ’Episodios Nacionales: Vergara". 1899.

6.-PIRALA, ANTONIO "Historia de la Guerra Civil y de los partidos liberal y carlista". 1869.

Referencia
Boletin Cantabro de Espeleologia 9
Edita: Federación Cantabra de Espeleologia
Santander 1993.